miércoles, 9 de noviembre de 2016

Absurda a la nada

Quise acabar un motivo. Quiero acabarlo. Me entra la determinación (seguridad absoluta) de noche. Mi cuerpo, creo que la cabeza, está cansada.

Considero el daño sobre las cuentas bancarias, sobre las paredes, daño de ausencia, ¿pero qué más esperarían de mí?, y cuando hago esa pregunta es mayor el sinsabor desde la lengua... solo me queda la esperanza del ojo con glaucoma, o la otra vertiente del final irreversible.
¿y por qué? pues para que no me abrumen y silencien.
Para anular toda presión sobre mi cuerpo, que es nada. Todo él dice que es nada. Ellos lo ven en cambio como un nada que podría serlo todo, y es esa impresión lo que me hace entonces tener que ser la nada, para callar reproches. Solo darle leña a las desilusiones.
Me agrada en demasía el tiempo suspendido de las tres de la mañana, pero qué rápido se vuelven las cinco. Y empieza ese estar tan molesto, que no me deja pensar ni desear, que tanto me reprochan.
Me iré a Alazca a vivir eternamente el tiempo suspendido, que no haya luz ayuda a la suspensión. Guatemala extrañará mis pies de nada.

Una cama extraña (verbo) un cuerpo vacío, como un pollo.

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