sábado, 27 de abril de 2013

Tiempo Marchito

Congelemos el tiempo marchito,
 cuyo eco y vestigio persiste en la concha del mar.

En la arena la dejo tranquila. En la arena, ella habita en mutismo de ritmos agudos, roncos, graves, vetustos que nacen, silentes siseantes.

Antes de que sea demasiado tarde, congelemos el tiempo marchito.

A la niña que llora en silencio, congelemos el tiempo marchito, ese tiempo que habita la concha del mar.
Antes de que sea demasiado tarde, en jabones y carros lujosos y lanchas y yates y dientes brillantes. Antes de que sea demasiado tarde, congelemos el tiempo marchito de la ingenuidad.
Congelemos el tiempo marchito de la tolerancia, de creer en lo simple,
de pensar que aunque costras y heridas en la rodilla abunden, siempre habrá una voz, que me mata, que siempre estará.
Congelemos el tiempo marchito, rechacemos el pelo rojizo.

Congelemos el tiempo marchito que siempre estará.

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