Por lo menos la realidad no es lo que sucede, no es lo que se publica en las redes, es lo que piensan que sucede (bases para Gran Hermano-1984).
La realidad de un libro no es su verdad estructural sino su interpretante (me mataron).
Conforme a Bruner y su revolución cultural, el interpretante es aquello que se aprehende en la mente del intérprete (imprecisión conceptual).
Si me dicen manzana y entiendo pera, la realidad es la pera, aunque también lo sea la manzana en otros interpretantes...pero si la pera abunda, la manzana empieza a situarse cada vez más próxima a la periferia.A veces lo periférico tiende a caer de la superficie.
Es curioso que en una sociedad tan corrupta, en donde abunda el artificio y sobretodo la mentira por doquier (la mentira se justifica desde la Academia, desde el acomodo de sucesos a la canonicidad y su ruptura para dar sentido a la acción)(además de justificarse por excelencia en la literatura), conciban las redes sociales como fuentes legítimas de la verdad. De hecho, conciban cualquier fuente, cualquier tesis, cualquier reportaje, cualquier noticiero, cualquier artículo de opinión o chisme de la calle como una fuente confiable, ¿Qué sentido tiene entonces leer lo que no es literatura? ¿Qué sentido escribir algo que no lo sea? Muchísimo para un mundo que intenta vivir bajo la certeza y escindir lo fantástico de lo real, cuando, en suma, todo lo que comemos es fantástico, y si no lo es en cierto momento, de seguro lo será en un futuro porque todo ya se asienta en el pasado.
1 comentario:
Así como yo, que me entero de las cosas por twitter y me rio mucho de TeleSur
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