De nuevo el vacío que abunda en las tardes, en las mañanas y las noches. En el viento de un susurro imaginario.
De nuevo el vacío que arde en las gargantas desgarrando los contornos y las pieles, que bordean y sisean las figuras.
Vacío al tirarme del edificio,
vacío al abrir los ojos cada día, al cerrarlos.
Me muevo para ocultar un vacío intentando llenarlo.
Pero se mueve en la circulación, se mueve en la cabeza, se siente en el estómago.
Confúndelo.
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