Maldita la hora en que el camino fue A y no Z,
Y y no X,
48 y no 34,
rosado y no plateado.
Maldita la hora orgásmica de palmear las fresas ácidas del árbol de aceitunas
Maldita la hora de la sinestesia absurda, de la sinestesia cuerda.
Maldita la hora en que respiré al revés y no al derecho.
Maldita la hora en que decidí respirar de nuevo al derecho.
Maldita la hora en que regué el tinto sobre mi pantalón y mi mano izquierda, el té sobre mi maleta y la mantequilla sobre mi pelo.
Maldita la hora en que decidí sentarme.
Maldita la hora en que sin saberlo imperé en el silencio.
Maldita la hora en que se me aguaron los ojos,
y entre maldito y maldito, maldita y maldita, irritabilidad y desgarre del sístole, lo único que puedo concluir es que al universo le vale huevo....
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