viernes, 9 de julio de 2010

Reptila y el ambiente tinto

Completamente inmóvil, pupila dilatada, frialdad en las manos mojadas.
Reptil en su ADN, molusco que sirvió para hacerla sentir humana.

La tasa sobre la mesa le generaba tal estado, en alto grado temeroso y en umbrales elevados de ansiedad.
En un intento por expresar su excesivamente incómoda situación abrió los labios y susurrando emitió:
- Volver al tinto.
Una ráfaga de palidez amarilla cruzó su rostro al hacer audible la materia prima de la ocasión.
El sol cada vez más abajo dando casi repentinamente paso a la tierna noche.

La tasa del tinto se hizo gigante, como de cinco metros de altura,el techo de la casa de Reptila se rompíó en pedazos y ella quedó en la ruina.
Aquella tasa, que por cierto era blanca con azul más bien oscuro, tenía una puerta, así como los cuartos en donde duerme la gente tienen una.
Ella abrió, con su temblor característico, aquella insulsa,triste,dolorosa y caliente puerta.
Adentro la esperaba su mamá reptil y su papá molusco.
- No puedes tener miedo para siempre, hija. Deberías regresar al tinto.
Y ella salió de la tasa, se pasó su saliva, buscó el teléfono en la casa en ruinas y solicitó información sobre la cafetera rota del amazonas.
La tasa en un espiral se transformo, la absorbió y la sepultó para siempre.
En todo caso, solamente habría pasado aquello o ella aún estaría sufriendo sobre la mesa y con la canción de Beethoven, para Elisa en su mente no pensante.
Y el tinto sigue ahí.

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