Aún siento las vueltas en mi garganta, vueltas en la oscuridad mientras en mi oído posaba el aparato frío que transmitía aquella voz. Sonido frito y pasmado
Huí y repudié a los trogloditas con flores, harina y roces en el paladar. Fotografiados quedaron en la red y ahora me arrepiento de no salir al lado así yo fuese una oruga en la carne que ellos irían a comer después.
Sigo sintiendo el malestar de los giros y como príncipe de la nobleza anhelo palabra emitir, más como vago entre la maleza toca mi cabeza el aserrín.
Los sonidos palpo entre los suspiros que el viento comió con ají, fríjoles del infinito, o tal vez en Marte habrían de surgir.
Como cremallera la coca cola en la botella resuena en mis uñas nuevas, a quienes poco agrada la sensación, entre los espejos su imagen anhelan pero se arrepienten de aquella cruel visión.
Entre las paredes resucita el tiempo, más que todo el ayer que vuelve a transcurrir, y entre los segundos desperdicio al mismo para convertir mi espalda en una inacabable travesía del sufrir.
Y con aquel vértigo sus pasos resuenan como en mi cráneo la hormiga al caminar, y en la caminata sus labios anhelan una gota de agua que perdió en el mar.
Como a nadie agrada leer lo que quise, pude y disfruté pisar, ahora agarro lo que menos quiero para simplemente lograrlo aceptar.
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