martes, 16 de febrero de 2010

PRIMEROS DÍAS DE UNIVERSIDAD

Aquella humareda fugaz entre grisácea y verdosa, amodorrada entre cabezas, en medio de las piernas de la gente empedernida, entre átomo y átomo invisible, acababa de perturbar la metafísica de sus costumbres.
Un cuchillo de plástico sumergido en mermelada de piña rozaba el pan seco con cadencia, respirando blancas y corcheas que tendían a silencios de semicorchea con puntillo incluido.
Harina seca embutida en un espacio dentro de un tiempo que no existía en realidad, pero veraderamente inacabable si hacía caso a su introspección.
Saliva en su boca, víctima del condicionamiento clásico, más saliva en su paladar.Pavlov en cada glándula salival, una secreción que anhelaba exterminar, llevar a un campo de concentración en medio de las políticas de Schmitt.
Había un nuevo concepto ontológico o metafísico, una delta que abrumaría sus rutinas...aquellas en las que sus pies solían llenarse del agua mugrienta de los charcos que se formaban en el pasto con el caer de las gotas sin gracia o demasiado ahinco.
-Le he dicho en la cara que es un cerro de putrefacción, la bazofia más repugnante de las basuras y sobras de toda la mesa circular.
El humo empezaba a incrustarse en el pan medio mermelado.
-Y por eso he decidido pensar que él después de todo ha hecho un gran esfuerzo. No ha sido un homicida suicida a pesar de las críticas...demasiado frágil, inocente y noble, demasiado para tener que convivir junto a mí, que lo paseo por las humaredas sin importar las cicatrices que el pobre pueda adquirir. Es solamente ahora cuando me percato de la necesidad de un resguardo para el mismo. Ha sido demasiado desafortunado al tenerme en su combinación ¿quizá demasiado afortunado?
Y en medio del proceder de su secuencia permutativa la nube estalló. La humareda se escondió en las alcantarillas y ella se fue corriendo, llevando medio arrastrado o medio elevado a su adolorido y cándido instrumento.

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