sábado, 16 de enero de 2010

LA CUCARACHA Y EL SUELO

Si empieza a regarse muy rara vez se salva el jugo.

Mi desesperación inicia con la olla en la cocina. Desde abajo una cucaracha pide mi bendición para casarse con el suelo.
Mueve sus extremidades como si quisiera tocar acordeón.
- No hay un acordeón tan enano para ti- Le explico - Y el suelo es demasiado extenso para ser tu compañero, resígnate e intenta no dañarte mucho pensando en él.. ( mi rostro se traba un momento, se impacta y sigue con su discurso, ahora desesperado) ¿pero cómo lograrás aquello? ...pobre de ti, que existencia tan desgraciada. ¡Si jamás lograrás dejar de pensar en él!, pues siempre estarás ahí... ahí con él, siempre caminando, siempre con tus patas sin acordeón, en el bosque, en el campo, en la ciudad, en el basurero municipal...¿cómo olvidar a alguien a quien estás forzada a ver, a pizotear? y lo peor es que jamás llegarás a conocerlo en su totalidad pues es muy grande para que una cucaracha lo conozca en todo aspecto, así inviertas toda tu vida en ello jamás lo lograrás. ¡pobre de ti, venir a enamorarte de un sujeto así! y pobre suelo, con una cucaracha incrustada ¡noooooo!
Los tomates empiezan a despedasarce en la olla, el calor los deforma, igual que el sol a la piel.
Es entonces cuando me envuelve una ola de desconsuelo, de desesperación, de falta de libertad, de saber que los tomates estarían en la nevera de no ser por la comida. ¡de no ser por el almuerzo! y la cucaracha llora encima de su amado suelo sabiendo que jamás se casará con él. ¡qué existencia tan pútrida!

Caritativamente la cojo con repudio y la pongo a vivir en la mesa del comedor, allí no hay un suelo del que pueda enamorarse, ninguna inspiración para invertir su ATP en pensamientos inútiles de amor. Lo malo es que, aunque la mesa no es el suelo, es lisa como él, es una superficie como él ¡le recuerda tanto a él!

Y los tomates siguen desvaneciéndose en la olla.

La cucaracha anhela conseguir un acordeón para su imposible boda y yo tengo que ser la mediadora de toda esta situación, ¡qué responsabilidad tan harta, carajo!


La maldita cucaracha no me deja pensar en los tomates, pues llora intensamente por la lejanía de su amado, implorando un acordeón con sus tres pares de patas. En la pared, encima de los libros, incluso dentro de un vaso de vidrio, esta idiota llora por el suelo, porque todo le recuerda a él

Y los tomates se siguen transformando en la cocina

Yo le aconsejo (como excelentísima psicóloga que soy) que se arranque esos pensamientos de la cabeza y que trate de no ver al suelo en toda clase de materia, caray,caray, esta situación es en alto grado complicada.
La pendeja me grita que la devuelva al suelo, y yo no puedo más del desespero, así que con el mismo asco la tiro para que sea feliz. Suena el teléfono y alguien toca la puerta, además el sonidito del msn empieza a sonar cada 3 segundos, estoy desesperada, me arranco las mechas, los tomates están fuera de control, me siento al suelo a llorar, no sé qué hacer, y la cucaracha abraza algunos átamos de su amado el suelo porque está feliz de volverlo a ver.

Y sonrío sabiendo que al fin hice algo bien. Contesto el teléfono, abro la puerta y saludo a la visita, el msn lo dejo quieto, y cuando vuelvo a la cocina la tierra está vestida más de negro, más de negro, más de negro...el suelo está de luto. Los tomates se hicieron salsa y cayeron encima de la cucaracha, murió ahogada y muy quemada sin tocar acordeón y sin casarse con su amado.Y aún hay quienes afirman que esta existencia no es nada podrida...¡pobres criaturas!

1 comentario:

Gerardo Bermudez dijo...

Beware of the tomatoes! They are not as passive and inoffensive as you might think…