DOS PEDAZOS

Una bruma partió su cabeza en dos pedazos.
Recuerdan su nombre más nada de que hablar.
La perfección era completamente ajena a sus células.
Ella había estado caminando tratando de encontrar algo, o tal vez sólo caminando por ahí sin ningún motivo, las ideas llegaban encantadas a su cerebro, pero después de dos segundos ella las desechaba. A lo mejor no tenía por qué pisar aquel camino de arena seca; a pesar de aquello ella estaba en él, ya fuera prisionera o voluntaria.
Miró a los simios y convivió con ellos durante semanas, tomó sus bananas, rompió algunas lianas. Les resultó tan desesperante con su sonrisa sin motivo, o con su llanto por el ardor de las astillas en el cuello, que cortaron su cabeza en dos. Recuerdan su nombre mas nada de qué hablar.
Una parte de su cabeza brilló. La otra solamente recordó la bruma con que fue despedazada, el ardiente dolor que surcó sus pensamientos.
Después de dos generaciones ellos, los simios, se tragaron la parte que brillaba, pues no querían otro sol, sin embargo dejaron que la parte triste, vieja y enredada descansara en el firmamento y se convirtiera en la luna invisible que acompaña nuestras tardes somnolientas. De una molestia siempre parten maravillas, hay veces invisibles, hay veces muy obvias. Sin embargo optamos por no querer verlas. Los átomos de la otra parte aún siguen sobre la tierra, quién sabe si con los simios o sin ellos, más nunca han tocado el firmamento. Un brillo a temprana edad te otorgará vida eterna en la tierra, el desgaste y pesimismo te harán tocar el firmamento, sabes que nada es tan malo como lo afirmas.Y de todo esto puede concluirse que los simios dominaron las dos partes, los dos soles. Nada importante, nada especial, nada que me asuste o que pueda asustar, nada para que entiendan quienes creen en la verdad de escribir para transmitir y no simplemente escribir por describir un estado de ánimo, una nota musical egoísta que solamente se encuentra en un momento y no será percibida nunca más.