Su..supongo que es una larga historia.
El día que había esperado durante toda mi vida al fin había llegado. Estaba muy nerviosa, tenía todos los libros que necesitaba y la varita...la muy codiciada que creaba cierto recelo en mí, pues no quería que me expulsaran antes de haber pisado Hogwarts.
Cuando me subí al tren no encontré donde sentarme, todos los compartimientos estaban ocupados, todos reían y hablaban, se conocían...incluso los de primer año como yo, creo que era la única que estaba sola, como siempre.
Entonces, en uno de los últimos compartimientos encontré un puesto vacío y ahí empezó otra etapa de mi vida. Él estaba ahí sentado, tenía la mirada fija en la ventana, incluso antes de hablarle ya me había ruborizado.
- Disculpen...eeee (siempre con las estúpidas muletillas) me voy a hacer aquí?? bueno, en realidad es que está lleno todo y bueno- entonces me senté idiotamente mirando al suelo.
- Pero no tienes por qué ponerte roja, dijo una chica de Hufflepuff riendo.
Por supuesto este comentario hizo que la temperatura subiera por lo menos cinco grados más.
- ¿Cómo te llamas?- Me preguntó un muchacho grande de cabello mono de Ravenclaw.
-Anna Le.. - pero no pude terminar de decir mi nombre, pues él, mi amor utópico, acababa de mirarme por un momento con esos ojos que parecían túneles.
De repente todo cambió.
-¿Les gustan las ranas de chocolate? porque a mi me encantan cuando brincan sin parar, las grajeles, es decir, grajeas de limón son excepcionales, y las como cuando me mareo, de hecho siempre me mareo. en los buses muggles vomito, y bueno, una vez vomité encima de una señora que llevaba gafas, así que para disculparme le entregué una rana de chocolate, que saltaba así- dije todo eso muy rápido y casi me puse a saltar. Entonces la de Huff se rió y el de Rav me miró indignado. El único que no me prestaba atención era aquel chico de piel grasienta y ojos oscuros que me secuestró desde el primer momento en que lo vi.
Todo el camino estuve mirándolo de reojo y haciendo cosas absurdas para llamar su atención, como sacar todos mis libros, empezar a comer grajeas, ofrecerle una (que por cierto él rechazó) ponerme a hablar muy duro mientras me ruborizaba cada vez más...bueno..lo que siempre suelo hacer.
Llegué a Hogwarts y todo parecía sencillamente igual que en las fotografías, menos mal que ya había oído hablar del castillo y de la ceremonia de inicio del curso; mi prima ya me lo había contado todo. Lo malo era que ella ya había salido de Hogwarts y no podía estar acompañándome.
Entonces el sombrero me llamó. Casi no me puedo sentar en el taburete puesto que era muy alto para mí. Me habló muchas cosas que no logro recordar, yo simplemente miraba al niño del tren, que ahora estaba sentado en la mesa de Slytherin y estaba absorto en sus pensamientos, afortunadamente no me miraba. Entonces el sombrero gritó después de algún tiempo:RAVENCLAW!! y yo casi camino hacia la mesa de Slytherin, pero después descubrí dque la mesa azul era la que estaba aplaudiendo.
Me senté y los platos se llenaron, un pedazo de pollo se quedó atrapado en uno de mis brackets justo cuando el niño me miraba y se me ocurrió la maravillosa idea de sonreir, entonces él me mostró por primera vez su sonrisa burlona y encubrida y mi cara se puso más y más roja.
Me di cuenta de que él siempre iba a desayunar temprano, así que hacía lo posible para coincidir en las comidas con él. El gran comedor era mi lugar favorito de todo Hogwarts y sólo porque en ese lugar podía apreciar su belleza. No tomaba ninguna clase con él porque no era de primer año como yo ni era de Ravenclaw, por consiguiente no compartíamos la misma sala común.
Una tarde caminaba cerca del aula de pociones. El profesor Slughorn siempre hace que me sienta un poco mal pues jamás me determina, aunque yo tampoco pongo mucho empeño para que se percate de que existo; siempre me da pena hablar en clase. Bueno, el punto es que se aproximaba mi clase de pociones y...pasó.
Él estaba saliendo del salón y escuché su voz.
-Apártate- le dijo a un compañero de Gryffindor.
Descubrí que entre más antipático fuera más me iba a gustar.
Todas las noches soñaba con él, con que me hablaba y me apartaba del camino hacia pociones, lo cual era terrible y placentero a la vez, pues al otro día me percataba de que pasarían siglos antes de que él me dirigiera la palabra.
Pero una mañana, en la que estaba muy feliz, me decidí a hablarle, le pediría que me enseñara pociones, pues sabía que era muy bueno para ello. El profesor Slughorn lo felicitaba, lo suoe porque una vez los espié y casi me descubren.
Esa mañana antes de todo, me heché perfume y me peiné por primera vez en la semana (era jueves, lo recuerdo) y cuando llegué al gran comedor fui directamente a la mesa de Slytherin, ahí estaba comiendo su cereal de ojuelas de maíz y jugo de calabaza.
- Hola
Él me miró y siguió comiendo.
- eee este, me preguntaba si podrías ee enseñarme a hacer una poción que no entiendo.
- Podría- Respondió, y fue la primera palabra que escuché de él hacia mí.
Me llené de alegría, aunque solo fue por un momento.
- Pero no tengo tiempo- y tras decir eso cogió sus libros y se fue, dejándome como una idiota parada junto a la mesa de Slytherin, donde todos los chicos y chicas se burlaron de mí, o al menos eso me pareció.
Me fui al baño de Myrtle la llorona y la conocí, pero esa es la siguiente parte de la historia. Por ahora solamente les digo que no dejo de pensar en él. En su pelo negro, sus oscuros ojos, su arrogancia, su egocentrismo...no sé por qué me pasan estas cosas, pero mis lágrimas brotan y brotan por el simple hecho de pensar que jamás seré algo para él.
1 comentario:
Vamos Anna ¿Que pasó con la segunda parte? aqui toy esperando, aprovecha tu confinamiento en el cuarto y deleitanos con la continuacion de esta historia, en serio no se el resto pero a mi me tienes en ascuas!! bueno muchos saluditos. Te Quiero Resto y espero que salgas pronto de tu encierro.
P.D: Ummm yo ya me recupere =P y ps tu sabes lo de la ortografia.
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