Consciente de ser exactamente al revés.
Sin precisar el número de circuncoluciones mentales de su oponente espejo.
Renunciando a la etiqueta social.
Distorisianando el gerundio siempre explícito.
Era una lucha catastrófica mediante una baraja anticuada.
Tratando de destrozar la anatomía definitivamente abstracta de su género, con una lámpara de vapor y en absoluto silencio.
Su espalada implorando una gota de alcohol, tres gotas de alcohol y cinco de chocolate Rochelle, un litro de hierbas aromáticas, un tatuaje con forma de espantapájaro...
Un baño que lloraba cenizas, y un cocodrilo disecado que aguardaba en el techo del recinto.
Así pasaba saliva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario